Que retador es el camino que nos lleva a ser amados por nosotros mismos, y más cuando no toleramos nuestros propios errores y en ocasiones los comparamos o los maximizamos; o cuando la culpa nos abraza tan fuerte que nos asfixia y nos impide poder levantar nuestros brazos para experimentar la libertad.
Que complejos son los pasos que damos al caminar hacia el amor propio, cuando se vuelve tan duro aceptar que hace parte de nuestra humanidad tener defectos, debilidades y errores; aceptar que en algún momento no afrontamos con sabiduría una situación, nos equivocamos al decidir y que nos rendimos ante una meta o sueño que teníamos … porque eso es lo que sucede con los humanos.
Que lucha es aquella a la que nos llevan nuestros pensamientos, esos que aparecen, justo cuando sientes que ya estas triunfando en el desconocido campo de batalla que es la mente y de repente, como un fuerte Gladiador aparece el miedo y nos vence.
Que agotador es tratar de alcanzar estándares y buscar ser merecedor de la aprobación y el amor del otro, olvidando que solo reconociendo nuestro valor llegaremos a entender lo increíble que somos.
Que difícil es soltar el perfeccionismo y escoger la autocompasión, esa poderosa arma que nos recuerda que ningún error puede disminuir nuestro valor.
En ocasiones mi querido lector, ser amado por los demás es más fácil que ser amado por nosotros mismos, el problema radica en que, hasta que no cultivemos ese amor propio, el amor del otro no nos podrá llenar ni hacer sentir plenas y será echado en un saco roto.
Cultiva el amor propio, rechazando el “nunca es suficiente” , la comparación, la ansiedad, el control y las dudas sobre ti mismo … pero no se te olvide algo importante:
¡Riégalo!
Y riégalo a diario.
Con agua de bondad.
Con chorros de gratitud.
Con gotas de descanso.
Con lluvia de confianza.
Con un aguacero de valor.
Y juntos veremos florecer el AMOR interior.
I Can and I will...
watch me!