La brisa fría, los atardeceres naranjas y las hojas de los árboles decorando como alfombras naturales las calles, son unas de las sensaciones que más disfruto del otoño; sin duda, una de las estaciones que impregna de silencio, paz y creatividad la vida, después de un caluroso y bullicioso verano.
Pero hay una grande enseñanza que me deja también el otoño, una que me llevo en el corazón y deseo compartir contigo hoy que me dedicas preciados minutos de tu tiempo para leerme.
Sin duda, la caída de las plantas es un regalo de vida de la sabia naturaleza, que nos muestra lo importante que es soltar, dejar ir y permitir que muera aquello que ya no sirve para nuestra siguiente estación de vida.
En el otoño, las hojas pierden la utilidad y la planta necesita dedicar más energía a otros procesos que más adelante servirán para hacer florecer nuevamente.
Querido lector, el 2023 es la actual estación de nuestra existencia; hay hojas que debemos dejar caer, que ya no son útiles y que solo nos roban la energía para seguir adelante.
Permite que recuerdos, situaciones, momentos, personas y hasta objetos, se queden en tu pasada estación, no lleves contigo aquello que ya no va a florecer y admite que hay cosas que necesitan morir para que florezca de nuevo tu vida.
Que las hojas pasadas sirvan en el presente como la alfombra por donde caminas seguro a tu futuro y aunque duela andar por encima de ellas … ¡Deja que caigan las hojas!