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  • Writer's pictureMis manos

Salomón está escribiendo...



Rey, heredero de riquezas y naciones, poderoso, inteligente y con un buen aspecto físico. Si comenzaras a “stalkear” hoy en día su cuenta en Instagram te encontrarías seguramente con lujos, fiestas, moda, fama, exceso de felicidad, miles de likes, comentarios, inteligencia, viajes, “muchos amigos”, es mas creo que hasta pudiera ser uno de los influencer más fuertes en el mundo digital, y aunque en su época las “redes” eran otras, era evidente que Salomón era muy popular. A pesar de lo perfecto que puede sonar todo esto, y hasta conocido, a Salomón nada de esto lo hizo sentir pleno.


Y aquí tenemos al sabio Salomón, quien después de disfrutar de lujos y vanidades, examinó su corazón y escribió uno de los proverbios más importantes con respecto al lugar de donde nace el sentido y la búsqueda de propósito de cada ser humano aquí en la tierra:



Entender esto, a veces no es fácil. Se nos ha enseñado a guardar y asegurar el dinero, a tener llaves hasta para los diarios que escribimos; aprendimos desde pequeños a tener contraseña para el computador, el celular y como mínimo 10 más para las redes, correos y apps. Algunos no prestábamos los colores y los útiles escolares en el colegio para que no se los robaran los compañeros, otros tienen alarmas y claves para entrar a sus casas y sin duda alguna, en unos años, seremos solamente códigos que nos identifiquen y con los que nos podrán vigilar en cualquier lugar del planeta.


Sin embargo, el lugar más importante de nuestra vida es el más expuesto y con menos seguridad, no hay un filtro entre lo que puede o no puede entrar y salir de ahí, los tesoros más preciados escondidos en ese lugar, en ocasiones, son tratados como “chatarra”. Ese lugar de donde brota y nace nuestra vida hoy en día es el más inseguro y el más atractivo para la muerte; muerte emocional, espiritual y con el paso del tiempo física.


Desde hace 8 años este proverbio ha sido la alarma de muchas decisiones en mi vida y quiero compartirte en esta entrada lo que he aprendido gracias a él.


❤ Hay personas a quienes le regalas con lazo incluido tu corazón y solo lo querían prestado... muchas veces lo prestado se devuelve en muy mal estado.

❤ Guardar el corazón, alejarlo y prevenirlo de situaciones y personas, no es de egoístas, es de sabios.

❤ El corazón es un cofre y un tesoro de perlas, no un cajón de “checheres inutiles”

❤ Mi corazón hace parte de propósitos y no de caprichos.

❤Solo yo puedo darle el valor a mi corazón.

❤Las grietas emocionales son normales, hacen parte de lo vivido pero también deben hacer parte de lo aprendido y lo corregido.

❤Mi corazón debe latir por mis convicciones y no solo por mis emociones.

❤Aprendí a pedirle disculpas a mi corazón y a la persona que diariamente se veía en el espejo.

❤Cuando le abres tu corazón a las situaciones, sueños, ideas y personas correctas, en el tiempo correcto, no es solo una bendición para ti, sino para todo lo que te rodea.

❤Para poder amar sanamente a los demás, debo comenzar conmigo misma.

❤Existe una llave, clave o código de seguridad que permite que mi corazón se abra; se llama discernimiento.

❤Examinar, examinar y examinar diariamente mi corazón bajo la luz de la sabiduría y el consejo divino, porque si hay algo engañoso son los sentimientos y los pensamientos que se acumulan en él.

❤Tener un “corazón grande” no es ser “bueno” y complaciente con todo el mundo; un corazón grande es aquél que rompió la cadena emocional aplastante y creció a tal punto que ya no hay cadenas que lo puedan sujetar… ese corazón ahora vive en libertad.

❤Aprendí de Salomón, que todo en esta vida es pasajero y es vanidad. Ni la fama, los lujos, la moda, fotos, dinero, cuerpo, estudios, inteligencia y amigos pueden hacerme sentir viva si desde un corazón sano no está brotando vida.


Querido lector, si te encuentras con un corazón vacío, llénalo, llénalo de amor, de esperanza y de vida, pero primero asegúrate de encontrarte con el tuyo.

No hay corazones más buenos que otros, simplemente hay personas que han aprendido el valor que estos tienen.

Te bendigo y deseo que estas palabras del sabio Salomón se aten en tu cuello como una cadena preciada, se escriban en tu corazón con tinta de oro, te guíen como una lámpara a donde quiera que vayas, te cuiden mientras duermes y te hablen cuando despiertes.

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