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  • Writer's pictureMis manos

Filtros que “tapan” nuestra vergüenza.


¿Quién durante su corta o larga vida ha experimentado vergüenza? Yo sí, cientos de veces. Y esas experiencias horrorosas de vergüenza con el tiempo se convierten en voces que resuenan de diferentes formas en nuestra mente y alma y que por mucho que quieras silenciarlas se convierten en un ruido interno y diario… en el eco de lo que dice tu corazón.


Fuiste la última a quien le vino la menstruación, así que siempre fuiste “la niñita” del grupo.

El que te gustaba se burló de ti.

Tus amigas hablaron mal de tu cuerpo a tu espalda.

Tu padre nunca te abrazó.

Tu herman@ o prim@ siempre fue y ha sido mejor que tu.

Publicaron la conversación intima que tuviste.

Fuiste “muy poco” para lo que esperaban en la entrevista de trabajo.

No “encajaste” en el perfil.

Desde pequeños estas frases nos han condicionado la forma de relacionarnos, la manera de pensar de nosotros mismos, de amarnos y de mostrarnos. Así que, a medida que vamos creciendo, intentamos por todos los medios posibles evadir y tomar el control de esa vergüenza y recurrimos a la misma estrategia de dos personajes que todos en la clase de religión hemos pintado con sus ramitas:

“taparla para que nadie la vea”

y empieza una carga y un trabajo agotador de acudir a filtros que nos ayudan a ocultar eso que está a flor de piel y que traspasa lo más profundo de nuestro espíritu y nuestra alma; en mi vida y gracias a la GRACIA de Dios, aprendí que la vergüenza siempre ha surgido en la vida del hombre de la misma forma y con la misma estrategia: UNA MENTIRA y por esta razón el día de hoy te escribo esta entrada.

Fuimos creados para tener una conexión unos con otros por medio de lazos y relaciones de amor, para sentir un piel con piel, porque en el alma del ser humano está innata la necesidad de amar y ser amados; pero la vergüenza, aun por un pasado que ya hemos decidido cambiar y que no tiene que ver nada con nuestro presente, nos aísla, y nos hace creer que somos indignos del amor y la aceptación del otro; entonces nos desconectamos de los demás aparentando ser quienes no son somos, con filtros que moldean nuestra personalidad, nuestra forma de pensar y logran ocultar un poco nuestras debilidades e imperfecciones, hasta el punto de llegar a ser un personaje construido por lo que le agrada al otro. En mi caso, cuando he llegado a este punto, he estado rodeada de muchas personas, pero totalmente sola, vacía y desconectada; es como una droga que calma el dolor y el rechazo porque piensas que así eres digna de ser amada, llamada amiga, aceptada y comprendida, pero cuando se pasa el efecto, es aun más fuerte el sufrimiento; y es que cuando nos alimentamos de la aprobación lo único que estamos haciendo es llenarnos de más RECHAZO.

Hoy por medio del lenguaje de mis manos quiero decirte, la vergüenza no se tapa con ramitas ni con hojas de higuera y muchos menos con filtros, la vergüenza se sana, aprendiendo que las voces equivocadas que has escuchado durante toda vida no definen quien eres tu, ninguna de ellas puede desdibujar tu identidad, y en este punto quiero que te detengas a pensar esto:


¿Qué opiniones, consejos y voces hemos escuchado?

¿Qué etiquetas nos hemos creído?

¿A quiénes les hemos dado permiso para entrar a nuestro corazón?

¿Por qué les hemos dado la autoridad para que nos definan?

Todas estas preguntas, son a la vez la respuesta y la cura para la herida de tu corazón, ese balde de agua fría que te hace espabilar y darte cuenta que esa mentira que por mucho tiempo se convirtió en una verdad, no es nada más que una mala jugada que te ha hecho distanciar de los demás y que no te ha permitido conectar con el otro por vergüenza, te llevó, me llevó o nos ha llevado a una frialdad emocional y mental producto de un aislamiento, quizás no social o externo, pero si interior que nos volvió prisioneros en una identidad que no nos pertenecía.

No te escondas, no te tapes, no te llenes de filtros, todos en algún momento necesitamos mostrarnos como somos, con vacíos, errores, heridas, complejos, sueños, diferentes creencias, formas de pensar, gustos… y no está mal, siempre habrán personas que te acepten y otras que no, es inevitable que eso suceda; así como te encontrarás con otros, tal vez, también un poco rotos, pero con ganas de tener una conexión sin necesidad de hojas de higuera, porque todos somos dignos de esos lazos de amor.

Al aparentar nos desconectamos de los demás y nos disfrazamos de la mejor versión que creemos de nosotros mismos…

Un avatar, creado con lo “mejor de tu físico” no superará una conversación sincera y a corazón abierto con tus amigos.

Un comentario en foto que duraste horas seleccionado, no es lo mismo que un piropo cara a cara.

Una post con un mensaje motivacional, nunca será lo mismo que el consejo o la corrección de frente de una persona que te ama y quiere lo mejor para ti.

No es lo mismo tu vergüenza muy bien maquillada y vestida en París, que una caminata de tu alma desnuda y libre en el jardín.

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