Benditos los NO que me guardaron, me cuidaron, me levantaron, me detuvieron, me hicieron madurar, me fortalecieron, aumentaron mi fe y sobre todo actuaron como respuesta a muchas oraciones.
Bendito el “NO, estos NO son los planes que el cielo tiene para tu vida”, pues borraron el guion escrito por mis manos en medio de la angustia y el dolor. Bendito ese chat “leído y NO contestado”, que en medio del desconsuelo y el rechazo, me hizo entender cuan vacía me encontraba y cuanta “aceptación” de parte de los demás necesitaba. Bendito el NO, que alejó a personas de las puertas de mi corazón, gracias a esto, aprendí que estas puertas son las que con más cautela debo abrir. Bendito ese “NO me entiendas, sígueme”, que le dio una mejor dirección y enfoque a mi vida. Benditas esas palabras que NO salieron de mi boca, me ayudaron a valorar mis silencios y a expresarlas en el momento y en el lugar con las personas adecuadas. Bendita esa puerta que NO se abrió, evitaron que entrara a un propósito que NO me pertenecía. Benditos los “NO puedo salir contigo hoy”, “NO puedo acompañarte”, “NO puedo hablar contigo ahora”, porque me hicieron reconocer el valor de los momentos de soledad, momentos en donde le bajas el volumen a lo que te rodea y escuchas la voz de AQUÉL que por muchos años ha intentado hablar contigo, esa voz que te habla, desde lo más profundo de tu corazón. Benditos los NO, que me empujaron al suelo, solo ahí entendí, que mi vida se levanta cuando estoy de rodillas. Benditos los momentos en los que NO he podido lograr algo, me siguen enseñando a valorar mis procesos y entender que cada paso que doy es un constante aprendizaje. Benditos todos los NO que repentinamente llegan a nuestra vida, puesto que nos ayudan a entender el cómo los afrontamos (tristeza, dolor, fe, calma, aprendizaje, decepción), porque la responsabilidad es de nosotros mismos y de nuestro proceso de madurez y crecimiento emocional. Benditos los NO presentes y los que vendrán, porque nos recordarán que no son productos del azar; están puestos y escritos ahí, en el momento y en el lugar preciso, para enseñarnos que no hay nadie más responsable que uno mismo para saber cómo responder a ellos.
