Los pródigos volvemos a casa.
- Mis manos

- Apr 9, 2020
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Tan solo van 4 meses del 2020 y el planeta entero vive los impactos emocionales, económicos, sociales, laborales, naturales, físicos, mentales y espirituales del COVID-19. Tan solo 4 meses del 2020 han bastado para darnos cuenta de que estamos “sobreviviendo” y no viviendo a plenitud. Un virus, ha entrado a nuestras vidas, para demostrarnos, enseñarnos, confrontarnos y hablarnos lo que quizá las charlas motivacionales, videos, libros, influencers, líderes emocionales y espirituales nunca han podido.
Hoy el temor y la incertidumbre nos han enseñado mucho más que “el positivismo”, “El empoderamiento” y la “esperanza”. Nos demostraron que pequeños se ven nuestros triunfos, salarios, hobbies, habilidades, dinero, estatus, inteligencia, sabiduría, títulos, adicciones, pronósticos y planes desde la ventana de una casa y como pródigos, despilfarradores de tesoros y herencias, como lo son: familia, el amor, la salud y el tiempo hacemos un “PARE” en nuestras vidas, rebobinamos el cassette y nos damos cuenta que a veces vale la pena volver atrás y analizar que estábamos haciendo mal.
Pero lo que más me llama la atención de todo esta crisis es que es muy parecida a un cuento, parábola o historia, como lo quieras llamar, que habla de un muchacho que cuando despilfarró su herencia, no le quedó otra opción que volver a su hogar.
Esta narración, habla de un hijo que le pidió a su padre la parte de su HERENCIA, empacó sus pertenencias y viajó a una tierra bastante DISTANTE de su casa. En esta tierra, derrochó todo lo que tenía y tan de malas fue, que mientras su fortuna llegaba a su final ,entró una gran CRISIS en todo el país.

El joven por todos los medios, como lo hemos hecho muchos cuando atravesamos una crisis, buscó como sustentarse y mantenerse a salvo, hasta que llegó un punto en que ni comida podía tener, así que, dice el relato que ENTRÓ EN RAZÓN, (menos mal que le quedaba eso jaja) y determinó volver a la casa de su PADRE. Cuando entra, como nos ha pasado bastantes veces; con el ego, el orgullo y la altivez empacada y vestidos de vergüenza, a quien primero ve es a su padre, quien corre hacía él, lo abraza, lo besa y lo llena de amor. La historia termina con una gran fiesta de bienvenida, dedicada como diríamos hoy en día, a la oveja negra de la familia o a ese familiar que mete la patada en todo y que muchas veces lo tachamos como "el que no sirve para nada".

Cuando las fuentes externas y las herencias físicas se nos acaban y nos percatamos de que todo lo que teníamos afuera: amigos, comida, deportes, trabajos, estudios, viajes, vacaciones, centros comerciales, iglesias, rumbas, fiestas… todo llega a su fin y que de una forma u otra, hemos tomado todo lo anterior como algo “normal”, como algo que “merecemos”, que nos “pertenece” y se vuelven acciones, momentos y bendiciones “cotidianas”, se detiene el mundo entero y entramos en razón reconociendo que estábamos alejados DEL PADRE, de aquél que nos dio todo, que nos dio la HERENCIA y que viviendo en una TIERRA DISTANTE nada podemos obtener, hacer ni merecer. Entonces COVID-19 (crisis en la historia) nos hace REGRESAR al origen y la esencia de TODO: Dios, la familia y el disfrute de cada mínima cosa que sucede en nuestra vida. Dejamos de SOBREVIVIR y comenzamos a VIVIR.
Y allí está el PADRE como siempre, esperándonos con amor, abrazos y besos, ahí esta DIOS, la fuente de TODO, el único, que para muchos como yo, pródigos, NO NOS DEJA.
Muchos hoy estamos volviendo al padre, hemos notado la distancia que habíamos tomado de su corazón, estamos entrando en razón al analizar que el acelere de la vida y el disfrute de todo lo que tenemos se nos volvió “común” y “corriente”.
Pero que buenos son los tiempos de CRISIS para ir a ÉL que es la fuente de la vida, amor, salud, finanzas, sabiduría, inteligencia, paz, conocimiento, creatividad, diversión y el orden en plenitud.
Otros, seguirán, aun en medio de la crisis, viviendo como ese muchacho: DISTANTES de la casa y del padre, derrochando la herencia y pensando que solos pueden alcanzar lo que se propongan. Pero mientras esto pasa, no los criticaré, condenaré y mucho menos los juzgaré porque yo estuve en esa posición. Lo único que haré es esperarlos junto con el PADRE y celebrar cuando decidan regresar.

¿Y tu, has regresado, o te seguimos esperando?
Sin importar tu respuesta te bendigo, te extiendo mi amor y mi abrazo.
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